martes, 9 de diciembre de 2014

HOMENAJE A UN HUMANISTA

ADIÓS AL ÚLTIMO MOHICANO DEL ENTENDIMIENTO



Dice un proverbio africano que "cada vez que un abuelo muere, se quema una biblioteca", y hoy tengo la sensación de que se han quemado todas las bibliotecas del mundo...
Porque se nos ha ido el abuelo. Tenía 105 años y cualquiera me va a venir con las retahílas de que "es lógico", "es ley de vida", "ya descansa", y todas las mecánicas parafernalias, típicas del horrible abecedario mortuorio.
Pero se equivocan: no estoy triste por eso, ya que como él, creo que esto no acaba aquí y para bien o para mal, ya se han ido muchos seres especiales al otro lado. Además él era un ser único, un animal salvaje y hermoso y tenía todo el derecho del mundo a marcharse cuando y como le diera la gana, igual que hacen los leones y otros animales salvajes cuando se esconden y desaparecen entre su sabana, para morir en soledad cuando creen que ha llegado su momento.
Estoy triste porque ha muerto un sabio, un humanista, uno de los últimos mohicanos del entendimiento, la integración y aceptación de todo y todos: un ser irrepetible que sabía vivir el momento y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, a unos niveles increíbles. Lúcido, inteligente, bueno, pacífico, curioso y vivo hasta el final. Único e irrepetible también a la hora de respetar creencias, inclinaciones y estados de cada cual. 

Amigo y cómplice de todo y de todos

Me río porque decía que él era intelectual y la música no era lo suyo, pero el otro día, con la misma naturalidad que nos habló sobre física cuántica, nos pusimos a cantar ¡¡¡dos horas!!!, para repasar la Historia a través de los distintos géneros musicales. Nos hizo reír de lo lindo analizando las letras y los giros de la picardía de los cuplés, de la pasión de las coplas, de las ternuras de los boleros y disertando sobre si Raquel Meyer estaba o no buena y si como Mata Hari, también fue una espía del momento... ¡Qué lujo, por Dios, qué lujo! ¡Qué lujo que alguien te cuente la diferencia entre una zarzuela y una ópera, su repercusión melódica en distintos países y la impronta que pudo dejar el género chico en las canciones mejicanas. ¡Y eso que no era lo suyo! ¡Menos mal que no era lo suyo, porque si llega a ser, no sé yo...!
Física cuántica, religión, literatura, medicina... ¡Todo!: incluída la música y los buenos ratos...

Creo que el abuelo no se dio cuenta de que en realidad, todo era lo suyo porque todo cabía en esa cabeza prodigiosa y en ese corazón de filósofo y de niño, curioso hasta el final! Literatura, Sonetos, Matemáticas, Ciencias, Economía, Religión, Filosofía, Medicina: todo!!! Y todo es todo: desde su idolatrado y memorizado Quijote, hasta las nuevas tecnologías que, pese a sus cataratas, también lograron captar su interés...
Como decía una canción con soniquete hortera de los ochenta: andamos justos de genios!!! Y hoy, se nos ha ido uno, sin duda, pero no un genio sin más: se ha ido un ser repleto de inteligencia emocional, capaz de entender todo y a todos sin juzgar a nadie, quizás porque sobre todas las cosas, el abuelo era un humanista. Sí, hoy el mundo entero está de luto porque hemos perdido a otro Sampedro....
Ahora me pregunto: ¿Cómo vamos a llamar humana a una Humanidad, a la que ya no le quedan humanistas? Los Humanistas no se pueden clonar por mucha nueva genética y avances científicos que existan. Son tan únicos como una obra de arte irrepetible, de esas que enamoran y atrapan para siempre el alma de quien la observa... Tuvimos el gran lujo de disfrutar de este SER, ¡y con muchas mayúsculas!, mucho tiempo, de su lucidez, de su bondad, de su honradez, de su sabiduría vital... Y ahora que todos lo hemos perdido, sólo se me ocurre homenajearlo con esta humilde entrada y con el recuerdo de sus hermosos principios: recordemos por nosotros, por ellos y por esta contradictoria y opaca humanidad inhumana que se ha quedado huérfana de humanistas.
Me queda el consuelo de que como dice Tato, el abuelo sea de verdad y no sólo como metáfora, un hombre del Renacimiento. Si es así, antes o después renacerá y, cuando lo haga, podrá volver a humanizar a esta inhumana humanidad con su humanismo...
En honor al abuelo, invito a que todo el mundo se ponga a con-jugar un nuevo verbo; es un verbo largo y muy, muy reflexivo... Ahí va: yo me humanizo, tú te humanizas, él se humaniza, nosotros nos humanizamos, vosotros os humanizáis y ellos: ellos..., aquellos, esos, los de siempre... ¡ellos por fin se humanizan!
AMEN (pero sin acento en la e, por favor)


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